El Barco de Straka

Análisis, teorías y pistas de "S. – El Barco de Teseo" de V. M. Straka

  • El principal objetivo de este blog es servir como acompañamiento a la lectura de S. «El Barco de Teseo de V. M. Straka» creado por J. J. Abrams y Doug Dorst.

    En esta web encontrarás análisis, pistas, teorías y todo el material extra relacionado con el Strakaverso publicado fuera del libro: Teaser+trailer del libro, los tweets de Jen y Eric, la bibliografía completa de V. M. Straka, las apariciones del simbolo de S. a lo largo de la historia, la emisora pirata Radio Straka, la infame reseña de El barco de Teseo en McKay’s Magazine, una versión alternativa del capítulo 10, un completo dossier de los candidatos, el hombre de Santorini, el premio Bouchard y los disturbios de Calais; las fotografías del hotel de La Habana, el obituario de Straka, el audio de la confesión de Summersby, etc. Todo ello organizado y traducido al español.

    Esperamos que disfrutes del blog. Puedes mantenerte al día de nuestras actualizaciones en twitter, youtube e instagram y contactarnos para dudas, sugerencias o cualquier otro tema en elbarcodestraka@gmail.com

  • Activista laboral francés que llevó a cabo una investigación sobre los disturbios de Calais.

    En 1928 compiló un relato oral de varios testigos anónimos amenazados por las autoridades que aseguraron que el evento fue en realidad una masacre organizada por el propietario de la fábrica, Hermès Bouchard, para matar a los alborotadores.

    Registró que la manifestación había sido pacífica hasta que la policía y los detectives de la agencia Lessard dispararon contra la multitud antes de reunir y ejecutar a los heridos. También registró que había malos olores en la fábrica antes de la masacre.

    Verdier se casó en 1934. Existe un detalle curioso en su retrato del matrimonio:

    Fue visto por última vez en Dover, Inglaterra, antes de su desaparición en enero de 1937.

    Milton Nunley creía que había una similitud entre Verdier y una fotografía del primer Hombre de Santorini, aunque el cuerpo fue encontrado en 1936, meses antes de su desaparición.

    En 1964, su manuscrito fue descubierto en su antigua casa abandonada en Gravelinas. V. M. Straka había hecho afirmaciones similares a las de Verdier, pero no se sabe si ambos se conocían.


    Texto traducido y adaptado de s.fandom.com

  • Este texto fue enviado por @MCrinitus el 06/04/2014 a varios blogs y foros.


    no le suceda. Aterriza bruscamente. Cuando intenta ponerse de pie, es incapaz de hacerlo. Hay un dolor, un dolor intenso y palpitante en su pierna.

    Aquí es donde el Tiempo se acumula, colisiona, todo a la vez. Una gota de humedad cae sobre su cabeza. Frota el punto y encuentra una mancha oscura en la palma de su mano. S. se gira de esaldas y mira hacia arriba, solo para verse a sí mismo mirando hacia abajo.

    Es extraño, piensa S., verse a sí mismo como realmente es desde un punto de vista objetivo. Físicamente está viejo. Demasiado viejo para andar corriendo en la oscuridad y demasiado viejo para vivir una vida plena con Sola.

    Mentalmente está disperso. Se aferra a muchos hilos que atraviesan ligeramente sus manos. Apenas siente el tacto de cada uno de ellos antes de que estén fuera de su alcance.

    Un hilo pasa entre sus dedos. Corbeau. S. recuerda a Corbeau. Principalmente recuerda cómo era caminar con ella aferrada a su mano. Ella le había enseñado cómo era pertenecer el uno al otro, cómo se sentía estar juntos. Recuerda abrazarla fuertemente en sus brazos.

    Otro hilo. Stenfalk. Un hombre que seguía sus pasiones a pesar de su edad, a pesar de su enfermedad. Recordó cómo él y Corbeau lucían subidos en el estrado como líderes en la ciudad de B__. Recordó cómo todos acudieron a ellos buscando consejo.

    S. está en una cueva. Una cueva oscura, y se da cuenta de que está apuntando un arma a dos figuras silueteadas por la luz de la luna. Las figuras se abrazan fuerte mientras S. avanza hacia ellas. No es hasta que está a unos pasos de distancia que los reconoce a ambos. Stenfalk y Corbeau están juntos.

    Corbeau se aparta de S. y esconde su rostro en el hombro de Stenfalk. S., incapaz de detenerse, apunta el arma hacia ella y dispara varios tiros. Le alcanzan en la espalda, se suelta de Stenfalk y cae por el acantilado.

    Se acerca a Stenfalk. El hombre sabía exactamente quién era él, algo que S. parecía incapaz de averiguar. S. coloca su mano en Stenfalk y lo empuja suavemente hacia el abismo.

    ¿Por qué? Confíaban en él. Vieron su valor cuando nadie más lo hacía. Los había matado.

    Otro hilo. Sola. Siempre queda la duda sobre Sola. ¿Qué era ella para él? ¿Cuál de los hilos, cuál de las opciones, lo lleva realmente hacia ella? Cada hilo que toca parece estar entrelazado con ella de una forma u otra. ¿Cómo podría tomar alguna decisión si no conocía todas las implicaciones?

    De nuevo, los hilos aparecen frente a él. Instintivamente, como tantas veces antes, intenta alcanzar el hilo de Vévoda.

    Le cuesta mucho esfuerzo detenerse.

    Y su mayor revelación es personal: ya no le importa Vévoda. Mientras el hombre viva, otros resistirán lo que él trae al mundo. Cuando Vévoda muera, alguien más ocupará su lugar. Cuando S. muera, alguien más ocupará su lugar. Otro S. Otra historia.

    No tiene que perseguir el mismo hilo. Agarra el hilo de Sola. Intenta liberarse con fuerza, como un gusano de un pájaro, y S. se agarra con ambas manos. Sabe que si lo perdiera ahora nunca lo encontraría de nuevo.

    Sola está con él. Ella le ayuda mientras S. lucha por levantarse contra una pared. El dolor recorre su pierna al hacerlo y apenas logra sofocar un grito.

    «Pensé que estabas muerto», dice Sola. Su voz tiembla.

    «Lo estaba», responde él.

    Sola lo ayuda a levantarse del suelo y lo abraza mientras él pasa su brazo alrededor de ella. «Vévoda se marcha».

    «A menos que sepas cómo regresar», dice S., «deberíamos seguirlos».

    «Creo que encontraremos nuestro camino», dice Sola.

    ¿A dónde los llevarán sus pasos?


    Esta es la versión 00291 del capítulo 10 de El Barco de Teseo. Aquí puedes leer la 00273, la 00289 y la 00290.

  • Este texto fue enviado por @MCrinitus el 05/04/2014 a varios blogs y foros.


    salvo para manipularla. El hombre de barba blanca no se inmuta. No se mueve, titubea ni aparta la mirada de Sola. S. ve los temblores sacudiendo la mano que sostiene el arma. Un disparo en este momento borraría a Sola, de manera inmediata e irrevocable. Pero también podría encenderlo todo.

    Vévoda la estudia. Evalúa su amenaza y la veracidad de la misma. Tal vez ve lo que S. vio en su rostro: ese abrazo frío a la autodestrucción por un fin noble.

    S. ve a un hombre dispuesto a hacer cualquier cosa para proteger sus elecciones, su vida y la vida de su hijo. Tiene el rostro de un hombre que ha afrontado problemas, que ha tomado riesgos. Dejar la habitación ahora sería dejar los barriles abiertos y desbordándose en el suelo.

    El arma dispara. Sola cae. El mechero que ella sostenía cae al suelo.

    Una pequeña llama. La llama de Sola golpea el suelo y envía una pared de fuego corriendo hacia los barriles. A medida que estos vierten su contenido en el suelo, el fuego arde cada vez más caliente y brillante. El fuego se propagará, al final llegará a cada barril y todos verán el humo.

    Vévoda grita. Se abalanza sobre S. en un intento de escapar de la habitación. S. mira profundamente en los ojos de Vévoda. Ve la necesidad solo de salvarse a sí mismo, de salvar su legado. Volverá con agua, pero S. sabe que para entonces las llamas serán demasiado.

    Sola. S. la ve en la llamas. Las brillantes y rugientes llamas que Vévoda había alimentado y ella había encendido.

    Mira a su alrededor buscando cualquier cosa, algo que lo ayude a atravesar las llamas. El fuego es demasiado caliente, demasiado brillante. Protege su rostro, pero Sola se pierde mientras las llamas se abalanzan sobre él.

    S. ve al mono. Salta y grita mientras tira de un estante en la habitación. ¡Por supuesto! S. tira con fuerza del estante y comienza a tambalearse. Toda la estructura se derrumba y durante un instante despeja un camino hacia Sola.

    Ella está quemada, gravemente quemada, pero aún respira el aire ahumado a pesar de sus heridas. S. la recoge y se apresura fuera de la habitación mientras los incendios se propagan, encendiendo barril tras barril.

    S. corre, está perdiendo tiempo y perdiendo a Sola. Pero está oscuro y se encuentra perdido en el laberinto. No sabe cómo volver. Ha perdido su camino. Está perdiendo su ancla.

    Tropieza y casi pierde a Sola. Escaleras. Pero ¿dónde llevarán los escalones? ¿Está Vévoda esperando arriba con un arma lista?

    «Es una lástima», murmura Sola. Intenta decir más, pero sus palabras son irreconocibles.

    Él toma su decisión. S. la aprieta suavemente y da un paso tras otro. La lleva hacia arriba a través del nivel superior del sótano, a través del césped hasta el pabellón de los sirvientes, y por el pozo seco y a través del pasaje circundante y hacia la gruta y de vuelta al agua.

    Su barco había zarpado.

    S. sospechaba que se había ido en cuanto vio el humo. No podía odiarlos, pero tampoco podía ignorar la ira. Había pasado demasiado tiempo en ese barco como para que les dejaran varados. Pero S. sabía que el barco siempre debía navegar, pase lo que pase. No podía permitir que ninguna brasa flotante atrapara las velas.

    Dejó a Sola a su lado. Escuchaba los gritos que venían de donde habían comenzado los incendios. Gente privilegiada clamando por una ayuda que no merecían.

    El agua avanzaba hacia la orilla como si lo estuviera llamando. Lo que comienza en el agua debe terminar allí, y lo que termina allí volverá a comenzar.

    Sostuvo la mano de Sola mucho después de que dejara de respirar. Había perdido su ancla, su barco, sus amigos. Todos conocerían a Vévoda. El humo se aseguraría de eso.

    Pero, ¿había valido la pena? Vévoda lo encontraría. Ahora ya no podía evitar eso. El mono, que los había seguido desesperadamente desde el incendio, tiró de su mano pero S. lo ignoró. Era viejo. Estaba cansado.

    Esperó con confianza que en algún lugar los marineros hubieran recogido los remos y estuvieran llevando el barco hacia un cielo lleno de estrellas, hacia un cálido viento que soplaba desde el sureste, hacia mar abierto, y seguirían navegando.


    Esta es la versión 00290 del capítulo 10 de El Barco de Teseo. Aquí puedes leer la 00273, la 00289 y la 00291.

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